domingo, 8 de noviembre de 2015

Batalla para el olvido

Esta semana he vuelto a jugar con Kanoa una pachanga que sería casi mejor olvidar, debido a que tengo últimamente una suerte... los dados no están conmigo, todo lo que pudo salirme mal me salió mal y mis servoarmaduras son autenticas "servohuevos". Mis objetivos tácticos fueron los que peor me venían, además de que mis rhinos no superaron ni un solo chequeo de terreno difícil.

Volvimos a enfrentar a los Hijos del Emperador contra los Ángeles Oscuros.


Este fue el campo de batalla, los Hijos del Emperador desplegaron a la izquierda. Poco que decir de la batalla por la suerte, normalmente soy bastante defensivo, pues esta vez de poco me sirvió ser más agresivo. 


Los hijos del emperador se cubren entre las ruinas. Tras el rhino, había otros dos hasta arriba de marines, todos se quedaron calados entre los diferentes elementos de escenografía (pongame unas palas escavadoras, por favor).


Los aniquiladores tomaron posiciones donde dominar buena parte del campo de batalla.


Los ángeles despliegan su parque móvil en el lado contrario al de los Hijos del Emperador. El maldito vindicator reventó las lineas caóticas (incluido el Príncipe Demonio). Por los cuatro dioses que tengo que hacerme con uno.


Esta escuadra de combate se encargo de cuidar el centro de la línea imperial (y debido a mis desastrosos rhinos fue suficiente).


Y el Dread Mortis terminaba de cubrir la línea imperial (el despliegue fue en los bordes estrechos), a lo que hay que añadir otro Dread en capsula y un Nephilin para completar las fuerzas de los hijos del león.


El predator destruye el razorback de la escuadra de mando del capellán interrogador. Al turno siguiente el caza AO destruiría al tanque caótico en venganza.


Aunque la foto quede impresionante los marines con su señor de caos a la cabeza fueron masacrados por los Ángeles Oscuros, debido a sus armaduras de chicle.

Haber si recupero algo de suerte, la partida termino con victoria indiscutible para los oscuros pues no conseguí ni un mísero punto de victoria.

Un saludo.

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